jueves, 22 de diciembre de 2011

La aparición


Subimos a la terraza una de estas últimas noches y con la ayuda de un modesto catalejo buscamos el cometa en el cielo, en la trayectoria donde este fugitivo peregrino del espacio nos había sido indicado. Y lo observamos atentamente. Podríamos decir que el cometa no tiene nada de especial. Un punto en el espacio, mayor que los diminutos puntos del firmamento y del cercano planeta Venus, siempre brillante pero menos espléndido esta noche comparado con su pasajero rival.

Una vez más admiramos la escena infinita del cielo oscuro salpicado de chispas relucientes y enriquecidas por el astro pasajero anunciado con precisión cronométrica infalible. Una vez más hemos comprobado el sentido del misterio cósmico: el espacio infinito, el tiempo sin fin, la incalculable belleza sideral, su movimiento perfecto e inagotable, su silencio profundo y aterrador.

(Así revelo el Papa Paulo VI, ante tres mil peregrinos que lo escuchaban en la plaza de San Pedro en su alocución dominical del 13 de Enero de 1974, como había observado desde la terraza del Vaticano al controvertido cometa Kohoutek)

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